
En los últimos tiempos estamos seguros de que habrás comenzado a escuchar hablar en los distintos medios de comunicación, tanto digitales como convencionales, de la ‘transición energética’, un concepto prácticamente desconocido hasta hace bien poco para la población en general pero que, a día de hoy, está alcanzando tal magnitud que dispone hasta de su propio ministerio en el gobierno actual.
Por eso, y por su estrecha relación con los distintos ámbitos sobre los que solemos informarte en este blog, desde Eres Energía hemos decidido mostrarte una serie de pinceladas para que puedas conocer con nosotros en qué consiste la transición energética y cuáles son las principales implicaciones que tiene y tendrá a corto y medio plazo en tu vida diaria.
Para comenzar, cuando se habla de transición energética se está haciendo referencia a los distintos procesos de cambio que se deben poner en marcha en una economía nacional, tanto en términos macroeconómicos como microeconómicos, para su conversión efectiva en una economía sostenible, mediante la apuesta decidida por medidas basadas en el fomento de las energías renovables, la mejora generalizada de la eficiencia energética y todos aquellos aspectos que contribuyan al desarrollo de su sostenibilidad en todos los sentidos.
Por tanto, a través de la transición energética lo que se pretende es transformar radicalmente el actual modelo energético existente en las sociedades desarrolladas para adaptarlo a un sistema en el que la energía nuclear y las energías fósiles carezcan progresivamente de protagonismo, consiguiendo así reducir nuestra huella ecológica y avanzar hacia un modelo en el que la conservación del medio ambiente ocupe el papel que realmente se merece.
Si tomamos como referencia las propuestas que están siendo implantadas en otros países de la Unión Europea, como es el caso de los Países Bajos, Alemania o Francia, los puntos estratégicos sobre los que deberá gravitar el desarrollo de la transición energética en nuestro país son los que te mostramos a continuación:
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Eliminación definitiva de la dependencia del sector eléctrico de fuentes de energía altamente contaminantes y que son objeto de debate sobre su seguridad, como el carbón, el petróleo y la energía nuclear, con objeto de frenar los cada vez más perceptibles efectos del cambio climático.
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Apuesta decidida por la incorporación efectiva de las energías renovables en el modelo energético actual, como instrumento para la consecución de unas fuentes de suministro basadas en la reducción de emisiones contaminantes.
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Establecimiento de los mecanismos necesarios para lograr la electrificación generalizada del sector de transporte, tanto en lo que se refiere al transporte de pasajeros como de mercancías.
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Fomento de la eficiencia energética como estrategia indispensable para reducir el abuso innecesario de los recursos energéticos disponibles en nuestro planeta, garantizar el acceso generalizado y mucho más económico a las fuentes de energía y, al mismo tiempo, mejorar nuestra competitividad.
En este punto, se puede concluir insistiendo en que no debemos caer en el error de considerar este concepto como un elemento más para la generación de discusiones políticas y partidistas, sino como una cuestión esencial que, más pronto que tarde, tendremos que afrontar para garantizar una gestión óptima de aspectos irrenunciables de nuestro comportamiento como sociedad, como son la reducción de la dependencia energética, la salud y seguridad de las personas o la búsqueda de modelos que permitan una mayor esperanza en dejar a las generaciones venideras un mundo más habitable.